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Sábado, 01 de Marzo de 2014 
Reportajes, La Tercera
"Demostramos que se puede trabajar con gobiernos que tienen visiones diferentes"
En una oficina casi vacía y ad portas de iniciar su última gira internacional, el ministro Alfredo Moreno hace un balance de su gestión, de su paso desde los negocios al ámbito público y anticipa sus próximos pasos. "Voy a cooperar en todo lo que el Presidente me pida ayuda", afirma.
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Alfredo Moreno toma el recorte de prensa que le ha encargado a su asesor. "El nudo del nuevo gobierno: la política exterior", dice el título. Se trata de un artículo del periodista Ascanio Cavallo, publicado en enero de 2010 por La Tercera, justo en los días previos a que se diera a conocer el gabinete. "Nadie duda que en 20 años de oposición, la Alianza ha acumulado una colección de profesionales y técnicos calificados para formar un buen equipo de gobierno. Pero por motivos en parte históricos, es en relaciones exteriores donde se concentran las dudas", lee el ministro.

¿Nos está pasando la cuenta?

No. Es sólo para recordar que, cuando comenzó esta administración, existía para muchos la duda sobre si un gobierno de centroderecha podía tener una política exterior exitosa. Se pensaba que las relaciones internacionales tenían que ver con contactos personales o afinidades ideológicas, y yo creo que este gobierno ha demostrado que eso es incorrecto, que sí se puede hacer una política exterior exitosa y que uno puede trabajar con gobiernos y países que tienen visiones diferentes.

¿Anteponiendo los criterios comerciales por sobre los políticos, como sostienen los principales críticos de su gestión?

Esa es la típica caricatura para tratar de minimizar una gestión exitosa, como lo demuestran las encuestas, la valoración de la ciudadanía y los hechos objetivos. Este ministerio es de Relaciones Exteriores, pero también de las relaciones económicas internacionales. Aquí se llevan todos los tratados de comercio, de aquí depende ProChile, etc. Pero, además, si uno mira sólo la parte, por así llamarla, política, este gobierno fue el que logró que se aprobara Unasur, después de 14 meses detenido en el Congreso, incluimos en Unasur la cláusula democrática, ocupamos la primera presidencia de la Celac, participamos en la creación de la Alianza del Pacífico, avanzamos en la relación con los países vecinos y, todo esto, con gobiernos de distintas visiones políticas. Lo mismo con los grandes centros de desarrollo. Qué decir respecto a Estados Unidos: la primera visita del Presidente Obama a la región fue a Brasil y Chile. Ahora nos designan como el único país latinoamericano que podrá acceder sin visa. De tal manera que los hechos objetivos muestran que Chile ha podido hacer una política exterior extraordinariamente exitosa.

De todas maneras, el programa de Bachelet dice, textual, que "Chile ha perdido presencia en la región, sus relaciones vecinales son problemáticas y se ha impuesto una visión mercantil de nuestros vínculos".

Siempre hay que mantener las mejores relaciones con los países cercanos. Uno tiene que comenzar por quienes están más cerca. Y si uno recuerda el programa del Presidente Piñera, justamente, planteaba lo mismo. Que había que seguir aumentando la relación con los países vecinos. De hecho, la primera medida que me tocó tomar en este ministerio fue crear, por primera vez, la Dirección de Países Vecinos, cuya única responsabilidad son Perú, Bolivia y Argentina. Y acabo de señalar lo que hemos hecho en la región: Celac, Unasur, Alianza del Pacífico, nuestra propia participación en la OEA. De tal manera que, a pesar de tener con algunos países miradas distintas, trabajamos con todos.

¿Es complejo para un gobierno de centroderecha mantener relaciones con países del bloque Alba, por agruparlos de alguna manera?

Cuando el Presidente Piñera se encontró por primera vez con el Presidente Chávez, en una reunión en Buenos Aires, le dijo: "Viva la diferencia", una expresión francesa que se ocupó para resaltar la diferencia entre sexos. Aquí es exactamente lo mismo: somos diferentes, pero cada uno tiene una parte valiosa y los dos unidos somos más. El Presidente Chávez preguntó qué queríamos decir con esto y el Presidente Piñera le explicó: vamos a hacer cosas muy distintas de las que usted aplica en Venezuela y, seguramente, usted hará lo mismo en relación con nuestras políticas, pero eso no quiere decir que no haya muchas cosas que podemos hacer en común y que son positivas, incluyendo nuestra participación en organismos internacionales, que han permitido a nuestra región tener una voz más potente en el concierto global. Por ejemplo, Chile acaba de ser elegido en el Consejo de Seguridad de la ONU con el apoyo transversal de la región, más allá de las diferencias.

¿Se puede trabajar en comunión con países cuyos gobernantes tienen objeciones relevantes de la comunidad internacional en materias de derechos humanos o respeto de las libertades individuales?

En esta materia, el gobierno ha dejado muy en claro su posición.

¿Le parece? Porque hay sectores que afirman que sólo ahora, en el caso de Venezuela, el Presidente Piñera ha hecho una crítica más frontal, como no había ocurrido en los años previos.

Es que algunos tienen mala memoria. Déjeme mencionar algunos hechos. Chile pidió la liberación de los presos políticos en Cuba, fuimos el único país latinoamericano que ofreció recibir a esas personas y, de hecho, algunos están aquí. La posición de nuestro país frente a lo que está pasando en Venezuela ha sido clara: Chile es respetuoso de lo que ocurre en cada país, con el límite del respeto de la democracia y los derechos humanos. Lo hemos dicho en todos los contextos y sentidos: en el caso del Presidente Lugo en Paraguay, el Presidente Piñera fue el primer mandatario en apoyar al Presidente Correa ante el alzamiento policial, etc. Cuando ha habido dificultades, Chile siempre ha estado del lado de los principios, independientemente de los gobiernos de izquierda o de derecha.

¿No fue incómodo participar de una reunión de la Celac, que también tiene cláusula democrática, en Cuba?

Esta es una organización nueva. Hemos logrado trabajar con ellos sin dejar de expresar lo que nos parece necesario. El Presidente Piñera fue el único mandatario que se reunió con la oposición en Cuba, con la Iglesia y las Damas de Blanco.

La pregunta es si al final estas organizaciones no terminan operando como gremios de los presidentes de turno, dispuestos a defender a sus gobiernos y menos ágiles cuando se trata de expresiones ciudadanas.

Pero hay que diferenciar. Son los pueblos y sus gobiernos los que tienen la responsabilidad sobre lo que pasa en sus respectivos países. Los organismos internacionales operan en la medida que se exceden ciertos límites y en el contexto de las facultades que los propios países les han otorgado. En el caso de Unasur, por ejemplo, todas las decisiones tienen que ser por unanimidad. La propia Carta Democrática de la OEA requiere que el país afectado apoye la solicitud.

Pero en el caso específico de Venezuela, ¿ustedes esperarían posiciones más claras por parte de estos organismos?

En esto hay que ser cuidadosos: este es un problema que está en el ámbito de los venezolanos. Hay un gobierno que ha sido ungido por elecciones y lo que uno hace es tratar que las libertades de sus habitantes sean respetadas. Y hemos sido muy claros en llamar a que exista un diálogo entre las partes, para que la propia democracia venezolana siga funcionando de mejor forma. Pero el devenir del país es un desafío que deben resolver los propios venezolanos.

En el ámbito de las relaciones con los países vecinos, ¿Bolivia viene siendo como la piedra en el zapato?

El tema de Bolivia hay que mirarlo con perspectiva. Bolivia no tiene relaciones diplomáticas con Chile desde hace 60 años, con una muy breve interrupción en los años 70. Eso deja en evidencia que, por años, hemos tenido la intención de mantener las mejores relaciones con ellos, pero no se ha dado porque Bolivia no ha querido. El propio Presidente Lagos ofreció relaciones aquí y ahora. Desgraciadamente, el proceso político boliviano no ha permitido, a pesar de la disposición al diálogo que ha mantenido Chile durante todos estos años, que podamos avanzar en iniciativas de mutuo beneficio.

¿O sea que es culpa de ellos?

Yo pienso que Chile ha tenido siempre, incluido este gobierno, la apertura para buscar proyectos positivos para Bolivia. Incluso, muchas de las cosas que hoy Bolivia dispone van más allá de los tratados: concesiones unilaterales que Chile ha entregado, como el almacenaje gratis en puertos chilenos del que gozan las importaciones bolivianas hasta por un año. La prueba más clara de que estos beneficios son importantes la constituye el uso que Bolivia les da: el 70% del puerto de Arica hoy está siendo utilizado por mercadería boliviana, el 70% del comercio exterior de Bolivia que se hace a través de rutas marítimas opera a través de puertos chilenos. Hemos rehabilitado el ferrocarril y estamos trabajando en pasos fronterizos integrados. Chile ha mostrado siempre buena disposición y siempre sobre la base de que los tratados se respeten.

Pero todos los ejemplos que mencionó corresponden al ámbito comercial, a propósito de las críticas del programa de Bachelet, y a lo mejor la demanda boliviana tiene un espacio político más ganado en el concierto internacional.

Lo mejor es aplicar el método científico y contrastar las opiniones con los hechos. En materia de relaciones políticas, yo viajé a Bolivia y vino acá de visita el canciller boliviano. Primera vez que un canciller chileno iba a Bolivia en muchísimos años. El Presidente Piñera se ha juntado con el Presidente Morales en decenas de oportunidades. Respecto a la comunidad internacional, sólo le quiero recordar la reunión de la OEA de 2012, en Cochabamba, cuando prácticamente la unanimidad de los países apoyó el planteamiento chileno en orden a que se trata de un asunto bilateral.

¿Este gobierno, en algún momento, de manera formal o informal, le ha ofrecido a Bolivia, a su presidente o representantes, algún tipo de solución a su demanda marítima que tenga relación con territorio chileno?

El Presidente Piñera, desde que era candidato, ha señalado claramente que la soberanía de Chile no está en discusión. Por lo tanto, nada de nuestro territorio ha sido parte de las conversaciones con Bolivia. Ni en entrega, canjes ni nada. El territorio es chileno y la soberanía no debe ser modificada. Es lo que se ha hablado pública y privadamente.

¿Cómo calificaría el estado actual de las relaciones entre Piñera y Morales?

Se han juntado muchísimas veces. Durante un tiempo tuvimos conversaciones muy positivas, pero por alguna razón, a principios de 2011, el Presidente Morales cambió de opinión. Uno podrá especular sobre cuáles fueron esas razones, después de haber declarado públicamente que el diálogo con Chile iba muy bien y que ese era el camino a seguir. Incluso habíamos modificado el sistema de trabajo de reuniones cada seis meses a equipos bilaterales permanentes. Pero el mismo día en que el Presidente Morales hizo esa apreciación en una entrevista pública, durante la mañana, en la tarde en un discurso dijo exactamente lo contrario. Luego de eso hemos tenido varias experiencias poco positivas, a mi juicio. El Presidente Morales ha tenido expresiones cuando menos desafortunadas respecto al Presidente Piñera y la Presidenta Bachelet. Ha señalado que Chile, a lo largo de los años, lo ha engañado y tramitado. Obviamente, nada de eso colabora a la relación entre las partes.

Dicho eso, pareciera que es muy difícil establecer relaciones de confianza con el Presidente Morales.

La práctica ha demostrado que ha sido difícil.

Tras el fallo de La Haya, y considerando en especial lo subjetiva que pueda ser la fijación de las 80 millas por parte de la corte, ¿aumenta la preocupación por la demanda boliviana?

Cuando uno está frente a un tribunal, tiene que llevar las cosas con la mayor seriedad y dedicación. Con la misma seriedad con que se enfrentó la demanda peruana hay que tomar la demanda boliviana, a pesar de que -a mi juicio- no tiene base de sustento. De lo poco que conocemos, ellos utilizan situaciones donde Chile ha buscado colaborar con Bolivia y pretenden que esas conversaciones se conviertan en obligaciones de cederles nuestro territorio.

¿Chile debería en este caso objetar la competencia de la corte?

Chile tiene hasta tres meses después de abril, que es cuando ellos entregarán su memoria, para impugnar la competencia de la corte.

Pero a partir de lo que usted señala, se podría pensar que corresponde objetar la competencia.

Es algo que tendrá que decidirse con toda la información es su momento.

¿Sería bueno, a su juicio, que el gobierno entrante ratificara a Felipe Bulnes como agente chileno?

A nosotros nos parece que Felipe Bulnes es la persona indicada para llevar adelante este caso y por eso lo hemos nominado, pero es atribución del próximo gobierno elegir a los colaboradores para un asunto tan importante como este. En el caso nuestro, respecto a la demanda peruana, nos encontramos con un equipo trabajando, por cierto en un estado más avanzado, pero nos pareció que era la gente idónea y continuamos trabajando con ellos.

La oficina casi desocupada y unas cajas apiladas ante un estante vacío dan cuenta de los últimos días del ministro Moreno en Teatinos 180. Esta tarde (miércoles 26) parte a Estados Unidos, Italia y Alemania, en el marco de su última gira internacional. En Estados Unidos recibirá la notificación del Visa Waiver, en Italia inaugurará la nueva sede para la embajada que Chile compró a Portugal, y en Alemania, entre otras actividades, no se perderá el partido amistoso de la selección chilena de fútbol.

Con un 75% de aprobación y como el ministro mejor evaluado del gabinete de Piñera, ¿tiene planes políticos después del 11 de marzo?

No tengo ninguno en particular. Me he dedicado a esto en cuerpo y alma, y no tengo nada en particular pensado. Pienso que si uno se va a dedicar a la política, tendría que estar de candidato a algo y opté por no serlo. Desde ese punto de vista, no estoy en la política de las candidaturas. Sí, después de estar aquí, tengo aún más interés en la cosa pública y estaré encantado de colaborar especialmente en los temas donde me ha tocado trabajar estos cuatro años.

¿Y cómo ha administrado su patrimonio estos años?

El 11 de marzo, a las 10.00, deposité todo mi patrimonio en un banco, lo puse en un fideicomiso ciego y ahí se encuentra.

¿No sabe lo que tiene?

Efectivamente, cuando se constituye un fideicomiso ciego, uno no sabe en qué está invertido, sólo se le comunica el valor final de lo que uno tiene.

¿Pero le ha ido bien o mal?

Mal.

Entonces no le va a quedar otra que volver a los negocios.

Cada día tiene su propio afán.

¿Usted se califica de piñerista?

Pienso que el Presidente ha hecho un extraordinario trabajo y, en estos últimos meses, las encuestas demuestran que la gente lo está valorando. Mientras más avance el tiempo, más se irá reconociendo lo obrado. La cantidad de avances, en todos los campos, es enorme: en la economía, empleo, crecimiento. En todos los ámbitos que impactan en la vida de las personas. Incluso en aquellas áreas donde hubo dificultades, como en educación, donde el gobierno se enfrentó con problemas preexistentes. Y todo se ha ido solucionando: hay más becas y facilidades de acceso a la educación, mejores condiciones crediticias...

Pero los piñeristas no sólo se identifican con la obra del gobierno, sino con una forma de concebir la centroderecha.

Yo creo que el Presidente ha dado varias señales importantes en ese ámbito. Como toda obra humana, no puedo decir que no haya errores, pero si uno mira la totalidad, me parece que ha sido un gobierno muy positivo. Y como le escuché a algún ministro, y concuerdo plenamente con él, de ahora en adelante, en las elecciones no se sabrá qué sector puede llegar al gobierno. Los 20 años de una misma coalición no se repetirán. La centroderecha tiene abiertas las posibilidades de volver a lograr lo que hizo en 2009.

¿Poniéndose detrás de Piñera?

Detrás de Sebastián Piñera o de quien sea la persona mejor posicionada para esas elecciones. Obviamente nos falta mucho: en materia de los partidos políticos, en organización. Para aspirar a ser una fuerza de gobierno tenemos que ser mucho más cohesionados.

¿Se integrará a la fundación de Sebastián Piñera?

Voy a cooperar en todo lo que el Presidente me pida ayuda. He conversado con él, pero entiendo que es una fundación con un equipo pequeño que, sin duda, requerirá de la ayuda de las personas que han estado en los distintos ámbitos de gobierno, y si puedo colaborar, feliz lo haré.

Desde el punto de vista de las relaciones exteriores, ¿cuál sería el sello que identifica la gestión Piñera?

Creo que la tarea internacional del Presidente ha sido impecable. Hemos terminado con una situación donde los derechos humanos valían solamente si eran de un lado. Nosotros hemos estado con gobiernos de izquierda y derecha, siempre defendiendo principios y siendo cuidadosos con la autodeterminación de los países. Aquí ha habido un trabajo serio que ha recibido apoyos transversales y que se ha expresado, entre otras cosas, en cómo manejamos este ministerio. Este es un ministerio que tiene más de dos mil colaboradores, muchos de ellos en el extranjero. Todos los representantes comerciales pasaron a ser nominados por concurso público, incluidos los agregados presidenciales. Hemos llegado al 80% de embajadores de carrera, sin distinguir sus colores políticos, sino sus capacidades profesionales. Por primera vez en la historia, todos los embajadores en Sudamérica son de carrera.

¿Sería un retroceso volver a contar con más embajadores de origen político?

Pienso que sería un retroceso, y por una razón muy sencilla: cómo se le puede pedir a alguien que dedique su vida a una profesión, cuando las más altas posiciones estarán ocupadas por personas ajenas a la misma.

Vuelvo a su nivel de aprobación que, aunque alto, anotó una caída en enero. ¿Consecuencia del fallo de La Haya? ¿Hasta qué punto marcará su gestión?

Es evidente que un fallo de tan alto interés y tan mediático, sin duda, afecta. Lo que yo siento es que la gente comparte nuestra apreciación del fallo: que ha sido positivo en algunos aspectos, pero en otros habríamos esperado una posición distinta de la corte. Es muy importante que la corte haya reconocido que existía un acuerdo sobre el paralelo. Pero en lo que se refiere a las 80 millas, tal como lo dijo el Presidente, no me parece que haya sido una decisión adecuada. Había elementos más que suficientes para fijar la extensión en las 200 millas.