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Viernes, 26 de junio de 2015 
Columna de opinión: La cooperación internacional: el poder "blando" de la política exterior
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por Heraldo Muñoz, ministro de Relaciones Exteriores de Chile

El principal domicilio geográfico de la cooperación chilena es América Latina y el Caribe, región prioritaria en nuestra política exterior.

Este año la Agencia de Cooperación Internacional (AGCI) cumple 25 años de historia. Más importante aún, pronto será anunciada la primera Política de Cooperación para el Desarrollo de largo plazo al 2030, y una estrategia de implementación al 2018.

Tras el retorno de la democracia, la década de los noventa registró el respaldo solidario de diversos países que colaboraron en el fortalecimiento de la transición democrática, así como en materia de derechos humanos y cohesión social. Ahora es el turno de Chile de devolver la mano, compartiendo aprendizajes y mejores políticas públicas hacia países menos desarrollados.

La reciente crisis económica global produjo un estancamiento de los flujos de cooperación. América Latina sufrió un descenso importante, pasando del 8,9% del total en el año 2001 al 4,7% en el 2012, la región más afectada a nivel mundial. En este contexto y dados los actuales desafíos regionales y globales, Chile ha potenciado la cooperación sur-sur y triangular como una modalidad fundamental para promover el desarrollo.

Hoy, nuestro país implementa un gran número de proyectos y acciones directas de cooperación en más de 30 países de la región, de los cuales 78 proyectos son de tipo bilateral, y 66 de carácter triangular. A su vez, hemos avanzado en la definición de nuevos mecanismos de financiamiento para el desarrollo, como el Fondo Chile Contra el Hambre y la Pobreza, el Fondo Chile-México o el Fondo Chile-España. En paralelo, seguimos recibiendo cooperación en áreas deficitarias del desarrollo nacional, reflejando el carácter dual que mantiene la cooperación chilena.

Los principios de nuestra nueva Política de Cooperación son la promoción de la dignidad de las personas y el desarrollo inclusivo y sostenible desde un enfoque de derechos; el fortalecimiento de la democracia y sus instituciones; la paz, convivencia y seguridad humana; y la integración y convergencia regional en América Latina y el Caribe.

El principal domicilio geográfico de la cooperación chilena es América Latina y el Caribe, región prioritaria en nuestra política exterior. También tenemos una naciente cooperación con África en el ámbito económico y social, y este año hemos iniciado el programa de Becas Nelson Mandela para que estudiantes africanos desarrollen grados de magíster en universidades chilenas. Asimismo, estudiamos iniciativas de colaboración con algunos países asiáticos, aprovechando el dinamismo de esa región y los acuerdos establecidos en la Cuenca del Pacífico.

La Cooperación Internacional se ha convertido en soft power, o poder blando de las relaciones exteriores, impulsando la democracia, el respeto a los derechos humanos y el crecimiento sobre la base de la solidaridad e integración. Así como Chile concentra esfuerzos en desafíos relevantes -como la desigualdad, inclusión, integración, cuidado del medio ambiente- podemos también construir juntos un continente más solidario y más consciente de la necesidad de definir un futuro común.